Por Luis Olaf del Lago
I
En mis cartas bajo el pino
pedía un caballo de madera.
Madrugadas navideñas
secuestraron esas cartas.
Abandonaban en mi sala
elefantes y olifantes
bicicletas.
¡Mi alegría!
Insectos de neón.
II
¿Qué hacer sin mi caballo de madera?
Esperar bajo el pino, cada año, eso hice.
Tú llegaste en invierno,
andar de reno
respiración de cascabel.
En verano te me fuiste
sin dudarlo y sin temor.
III
Feliz mueca colgada
de tu rostro descubrí
junto al que te dio
esta navidad
un caballo de madera.
Hoy lo sé: no llegarán,
ni tú, ni el corcel que añoraba,
me los acabas de robar.