Por Luis Olaf del Lago
La persona que escribe esta columna cree en lo bonito de las coincidencias de la vida. También cree que hay lecturas que llegan para darnos esperanza en momentos de oscuridad, y que aunque piensa que los ciclos nunca se cierran, siempre hay nuevos períodos de luz de los que podemos abrazarnos. Hace unos días empezó el nuevo año lunar chino, y la figura que lo representa es nada más y nada menos que el tigre de agua. Ésto implica que tendremos varios desafíos como humanidad pero que las enfrentaremos con valentía y quiero pensar que también, con esperanza, en que algo bueno llegará pronto. Puede que parezca un poco extraño lo que voy a decir, pero creo que existe poca literatura “esperanzadora” en estos tiempos que nos tocó vivir. No porque la literatura sea pesimista en sí, sino porque en general el sentimiento que tengo es que hablamos desde un lugar en donde los finales pocas veces son felices, o se nos presentan personajes que tienen una gran carga de egoísmo, o de maldad. Aunque el ser humano siempre es dual, parece ser que nos gusta escribir, y leer, la parte violenta y egoísta de la vida. ¿Es necesario? Por supuesto que es necesario, es necesario denunciar todo lo que no debería ser, y que es, visibilizar la soledad, el sufrimiento y la maldad. Pero creo también que es necesario tener literatura que arroje un poco de fe en el ser humano, en el actuar del individuo, que cree personajes con los que podamos sonreír y decir “wow, no pensé que fuera a actuar así, necesitamos más de esas personas en el mundo”. Este tipo de encuentros literarios los tuve con los relatos de un libro que al igual que nuestro nuevo año lunar, lleva un felino en el nombre, La rifa del tigre (2021), de Miguel Perez. Este increíble grupo de historias que nos llegan bajo el sello de la editorial Los libros del perro, teje una realidad donde conviven personajes de circo con amantes usuarios del transporte público de la ciudad.
Si les quiero recomendar estas lecturas en la primera entrega de Semillas de pitaya del 2022, y del nuevo año lunar, es porque la persona que escribe también quiere tener un poco de esperanza en lo que nos depara el futuro. Los relatos de Mike abordan temas muy variados que van desde la violencia del narco, hasta la imposibilidad de vivir un duelo, desde el encuentro fortuito del amor, hasta la posibilidad de salvarse al salvar a alguien. Cada historia nos conecta de alguna forma con las posibilidades de la vida, nos recuerda que nosotros mismos damos vueltas en una tómbola, en una rifa, y que las posibilidades de existir son infinitas; pero también, creo yo, las historias de este libro nos recuerdan la posibilidad de elegir. Nos encontramos dentro de un mundo en donde la adversidad nos muestra caminos, el camino de vivir, o no, con el fantasma del ser amado; el de salvar, o no la vida de un ser desconocido; de aferrarnos al pasado y esconderlo debajo de la cama, o de olvidarlo y crear otra existencia, al final en esa elección hay mucho de esperanza en el futuro.
Por supuesto no todos los relatos son “felices”, sin embargo el manejo de la narración corta y de los finales hacen de estas historias una verdadera mina de oro para visitar muchos mundos en pocas páginas. La mirada de Mike es como la de un felino, uno que observa desde los matorrales de la ciudad, analiza y deja que las historias brillen y se reflejen en sus ojos de tigre de asfalto. Para mi grata sorpresa hay domadores, cocodrilos, y tigres, pero también familias homoparentales y zombis. Por cierto, esto de las familias homoparentales es importante. En la rifa del tigre hay una presencia importante de personajes LGBT+ que son abordados desde el ojo de lo cotidiano y de la complejidad de cualquier persona, no hay clichés sobre cómo somos o cómo actuamos, se nos logra ver desde la incógnita y no desde la idea preconcebida.
No puedo dejar de recomendarles el trabajo que Mike a su vez realiza como promotor de lectura en su blog www.ellibrerodemike.blogspot.com . Podrán ver ahí todo el sustrato que alimenta a este gran escritor mexicano. Gracias a él he conocido muchos autores de los que les he hablado en esta columna que empieza su segundo ciclo bajo el signo del tigre. Feliz y próspero año del tigre de agua a todas las pupilas lectoras de esta columna. Gracias por seguirme acompañando en esta etapa de la aventura de Semillas de pitaya.
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