Nueva literatura mexicana
Por Luis Olaf del Lago
Existen muchos pliegues en un libro, muchos dobleces. Las palabras se pegan cuando cerramos un libro. La presión entre las dos cubiertas juntas forman, sin querer, oraciones que quizá no tienen mucho que ver las unas con las otras. Ahí, en el libro cerrado, se forma otro universo desconocido a los ojos del lector.
Cuando abrimos un libro ese universo se rompe. La unidad del objeto se desgaja para que el lector pueda leer las palabras que se acomodan de nuevo. Esa lectura, sin embargo, nace de una especie de herida, la herida que nosotros mismos le hicimos al libro al abrirlo, al desdoblarlo, al romper su unidad. Nos desplegamos junto con las letras que emanan de esa piel abierta de papel.
En esta entrega de septiembre de Semillas de pitaya me gustaría contarte un poco sobre algunos libros que literalmente se doblan y se desdoblan cuando los leemos. Estos ejemplares, quizá, nos llevan a mirar otras realidades espaciales por los formatos en los que se presentan. Y es quizá también gracias a eso, que nos pueden llevar a desdoblarnos en maneras inesperadas mientras nos adentramos en sus historias. Los tres libros de los que te voy a hablar son solo un ejemplo de la gran cantidad de libros objeto que hay en el mercado. Muchos de los que yo he visto tienen pop-ups, otros se construyen casi arquitectónicamente con cajitas que hay que ir formando. Las posibilidades de un libro objeto son casi tan infinitas como las formas del origami.
El primer libro del que te quiero contar también me hace pensar que el caminar es una especie de acto de desdoblar las piernas, y que a medida que caminamos nos vamos desplegando en el espacio que recorremos. Migrar (2011), es una hermosa apuesta de Ediciones Tecolote que nos cuenta en forma de papel amate la historia de un niño migrante. Esta obra, que por cierto está dirigida a las infancias, comienza un recorrido narrativo a través de dos medios, la palabra, y la imagen. Más allá de la ilustración, este tipo de binomios nos permiten tener todo un abanico de lecturas cuando desdoblamos el libro. Podemos leer solo el texto de José Manuel Mateo, recorrer los pasos de este niño migrante gracias a la hermosa imagen creada por Javier Martínez Pedro, o si se prefiere ir leyendo las dos partes al mismo tiempo. La historia comienza así: “Yo jugaba a correr entre gallos y cochinos. Los animales andaban sueltos, porque en el pueblo no había corrales…”. Desde la primera línea la voz de este infante nos atrapa y nos envuelve en un contexto rural que poco a poco se va a ir transformando. Las ilusiones y las imágenes que tejen estos dos autores son absolutamente entrañables y a la vez nos hacen reflexionar a cada paso que damos con los personajes. El recorrido quizá nunca acaba. Aunque nuestro pequeño acaba del otro lado de la frontera del norte, su viaje está por comenzar. Otra de las enseñanzas de los libros objeto es que los dobleces, igual que las palabras, pueden ser infinitos.
Los otros dos libros de los que te quiero platicar son trabajo de Librobjeto Editorial. Uno de ellos justamente nos habla sobre el proceso de doblar papel. Origami (2020), al igual que Migrar, es fruto de la sinergia entre palabra e imagen. Con el texto de Katherine Galo y las ilustraciones de Jessica Solano, esta obra nos adentra en la psique de dos personajes que gustan de este arte japonés. La historia que Katherine va tejiendo nos lleva a reflexionar sobre la amistad, la soledad, la compañía, la realidad, y las ausencias que tenemos o que imaginamos.
De la misma editorial, y en la misma colección se encuentra Estamos aquí (2020), con el texto de Diana Ramírez Luna y las ilustraciones de Mario Alberto Santoyo. Los dobleces que Diana nos presenta en este texto son los de la memoria y los del espacio. Una voz le habla a alguien, a alguien que está sin estar, a alguien que se ama, pero que se desdibuja en el modo condicional con el que abre el texto: “Podría regalarte un paisaje […] No el que te recuerde los colores de casa, sino uno que por sí mismo sea casa”. Ser casa, ser lugar, ser memoria, y desdoblarte hablando con un ser que amas, de eso trata Estamos aquí. Esta obra en especial creo que le habría encantado a Gaston Bachelard.
No dejen de buscar el trabajo de estas dos pequeñas grandes editoriales que apuestan por el formato del libro objeto (Ediciones Tecolote y Librobjeto Editorial). A ambas las pueden encontrar fácilmente en redes sociales.
Me despido por ahora para que se desdoblen en el próximo libro que lean, para que piensen en los pliegues que los construyen, y en todas las palabras que se esconden dentro de ellos. Tal vez en algún punto, del doblar, se encuentren con compañías inesperadas o se den cuenta que algunas de esas compañías siempre estuvieron a su lado.
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