Antropomórficas

Cuento | Amante vampiro

Por Cecilia Colón

Aquí estoy, a tu lado. Sientes el escalofrío que recorre despacio tu piel y te preguntas qué sucede. Desde hace tiempo observo tus noches, noto tus inquietudes y me mezclo en tus sueños. ¿No me sientes? Vivo en ti, me llamas a cada instante y no lo puedes evitar. Desde lo más hondo de tu piel y de tu ser me deseas; lo supe desde que leíste por primera vez acerca de mí y poco a poco me fui apoderando de tus pensamientos. Primero fue esporádico, después dos o tres veces por semana, luego diario y ahora no duermes si no me llamas.

Disfruto dominarte, me encanta ver tu piel temblorosa, los vellos de tus brazos levantarse con mi sola presencia; respiro cerca de tu cuello y te mueves, el deseo se te pega a la piel y gimes un momento. ¿Qué pasará si te beso?

Algunas noches he jugado con tus sensaciones y paso poco a poco mi mano sobre tu cuerpo pero sin tocarte y tu piel responde… ¡eres mía aunque no lo quieras! Jamás podrás separarte de mí, firmaste el pacto conmigo y así será por toda la eternidad.

La blanca luz de la luna te da un aspecto de palidez único, me recuerdas a las damas decimonónicas, ¡aah, tan dulces e inocentes! Pero te prefiero a ti, ellas eran un trofeo muy fácil de obtener, en cambio tú… eres diferente, debo admitir que las cosas ya no son como antes.

Por eso estoy aquí, dispuesto a satisfacer todas las fantasías que has tenido conmigo, todo lo que te gustaría vivir a mi lado, ¿estás dispuesta a soportarlo?

I I

Siento tu fascinación y me gusta, ¿Hasta dónde podrás llegar conmigo… por mí? Anoche te induje al sueño y me acosté a tu lado. La cama es estrecha y estábamos muy juntos… tu oreja tenía un aroma tan sensual que no pude evitar tocarla con mi lengua. Abriste los ojos por un momento, te permití verme por un segundo, quisiste besarme pero nuevamente caíste en un sopor. Es mejor así.

Al día siguiente sentiste que algo había pasado en la noche, pero no supiste descifrarlo. Cada día te acercas más a mí. Esa noche me lo imploraste: ¡ámame! ¡muérdeme! ¡destrózame! Tus deseos son órdenes. Me acerco despacio. Abres los ojos y me ves. Me miras sorprendida pero anhelante. ¿Estabas feliz? No lo sé, te observé y tú te levantaste para venir a mi encuentro. Ahora sí pude saborear tu boca, tu lengua dulce, pero más dulce fue tu sangre fresca, tu impaciente palidez se fue apoderando de tu piel y tus ojos se cerraron.

Ahora eres mía, estás entrando a la eternidad, estás dando el paso a la inmortalidad y ya no hay forma de retroceder, ¿no era eso lo que querías? No entiendo tu sorpresa cuando a la mañana siguiente no te pudiste ver al espejo. Algún precio tenías que pagar, ¿no?

I I I

El espejo fue solo un sueño al que te induje, yo estaba junto a ti y quise jugar un rato contigo, fue muy divertido ver tu cara de asombro y miedo cuando lo viste vacío. Sin embargo, cuando te incorporaste en la cama y corriste a verte al espejo, allí estabas. ¡Qué suspiro! Tocaste tu rostro en el espejo y la superficie plateada te devolvió tus mismos movimientos. Yo estaba junto a ti, observándote. ¡Aah, los humanos! Son fascinantes por sus miedos y debilidades, se sienten los amos del universo, pero cualquier anomalía, por pequeña que sea, los hace temblar y caerse. Se creen malos y la verdad es que se sorprenden de lo que sus maldades provocan y después ya no saben cómo remediarlas. ¿Eso es maldad? Eso es una inocencia que apenas descubre su lado obscuro, se asusta y huye. ¡Aah, los humanos! Pero tú me gustas y sé que harías cualquier cosa por pertenecerme, lo veo en tu mirada, en el diario que escribes y que yo leo detrás de tu hombro. Allí he descubierto que me sientes, que me deseas, pero no te atreves. A veces de tu brazo, a veces de tu cuello y a veces de tus labios bebo unas gotas de tu sangre y mientras yo las saboreo y me fortalezco tú disfrutas el placer de mi mordida y yo disfruto el irte poseyendo poco a poco.

IV

Te sobresaltas al sentir mi presencia, pero aún no estás preparada para verme, para tocarme, para asomarte a la realidad más allá de la realidad, más allá de lo que puedes ver e imaginar.

¿Algún día tus sueños se han hecho realidad? Lo has creído y qué descanso cuando abres los ojos y ves que todo fue una fantasía, te sientes segura, nuevamente dominas tu entorno, pero ¿qué pasaría si algún día no ocurriera así, si tus sueños fueran la verdad y lo que vives, tu fantasía?

Me encantan las debilidades humanas, pues me hacen sentir más fuerte y poderoso. Cierra los ojos, duerme y húndete en tus sueños, mientras yo vivo tu realidad.

V

Las gotas de sangre que estaban sobre la colcha pasaron inadvertidas para los padres de Fabiola, estaban enloquecidos ante la inesperada muerte de su hija, quien ya no despertó a la vida que se le ofrecía con intensidad esa mañana. La primera decisión de los padres fue incinerarla después del velorio, sin embargo, gracias a la curiosidad de una tía, se encontró la nota donde Fabiola pedía que si moría no se le cremara, ella quería que sus restos descansaran en un panteón y que el tiempo y la naturaleza siguieran su curso natural hasta que el polvo en que se convirtiera la regresara a su Creador.

Con mucho dolor, sus padres acataron su última voluntad, sorprendidos ante lo que ellos llamaron una corazonada nefasta, no se explicaban que su joven hija hubiera presentido su propia muerte; pero no había duda, la nota estaba escrita de su puño y letra. Lo único que nunca advirtieron por el dolor tan grande que los embargaba era esa extraña tinta de la hoja, pues conforme pasaban las horas, adquiría un color cada vez más rojo y más intenso.

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