Por Natalia Cantarell
Fue un accidente, nunca fue mi intención ser artista. Es que cuando eres niño y la gente pregunta qué quieres ser de grande, bueno, nunca esperan que digas que quieres ser artista, incluso podría asustarlos. Pasan los años y mientras más viejo eres decir que eres artista se vuelve pesadilla: la gente pregunta, te hace dudar, rumora sobre ti cuando no estás cerca, te ve con lástima y se asusta cada vez más por ti, por tu futuro.
Yo no elegí ser artista, yo no quería ver los colores más brillantes, descubrir en las flores más que belleza, ver en las olas del mar más que un paisaje, escuchar en el viento los secretos del universo, encontrar emociones en las palabras, y en los sueños tantas ideas que no es posible plasmarlas todas.
Pienso mucho en esta vida que no se puede elegir, en esta vida que te elige sin pedir permiso. Pienso en lo afortunados que somos, en la magia que llevamos dentro. Pienso en la gente que nos tiene miedo, en las personas que no creen en nuestro talento, en las personas que leen poemas, que escuchan música y que admiran pinturas o fotografías, pienso que son las mismas personas que quieren extinguirnos.
El arte siempre encontrará la forma de salir, espero, y si no, bueno, estaremos sumidos en un mundo oscuro, sin vida, un mundo donde la gente deseará escuchar a un niño, a un adolescente o a un adulto decir que quiere ser artista.