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Microrrelato | A qué hora

Por Emanuela Guttoriello

–¿Cuál es su relación con la muerte?

–¿En qué sentido?

–En todos, en el que quiera… –pensó un poco–. Mire, hace un tiempo perdí un amigo luego de una enfermedad devastadora. Eso fue hace más o menos 16 años. Pero, hace dos, me sentí muy rara: estaba hablando con él. Por eso me decidí a visitarlo. Fui al cementerio y allí de alguna manera encontré la paz, calma interior, tranquilidad. Me dominaba una extraña sensación: paradojalmente sentía miedo y serenidad. Desde luego, le prometí que trabajaría y haría por él cuanto se merecía y más aún. Cuando murió tenía 26 años. Sin embargo, creo que últimamente las cosas han cambiado más o menos radicalmente. Ahora veo las cosas, las situaciones con un mayor desapego, incluso la muerte. Es que hasta hace poco recordaba lapsos de esa amistad que se prolongó durante tanto tiempo en mi vida. Ahora, hoy, es como si nunca hubiese existido. Ahora me doy cuenta de que todo fue falso e incluso perjudicial para mí. Ahora, aquí, lo veo más claro y me doy cuenta de que todo fue, de alguna manera, tan inútil. Me hice más o menos cínica o tal vez más parcial y menos inclinada a perder el tiempo. Sin embargo, cualquier detalle me puede hacer daño. Lo cierto es que no puedo explicar en qué extraño limbo me encuentro; pero, me gustaría entenderlo…

–¿Sufrió alguna crisis emocional durante los últimos meses?

 –Sí. Una muy fuerte.

 –¿Me la podría explicar?

–No.

–No le puedo ayudar si no me dice de qué se trató…

–No lo haré.

Pausa. El hombre miró a la terapeuta: era de buen carácter, muy profesional. Irradiaba confianza. Y, sin embargo, no podía, no pudo romper el hielo que se produjo repentinamente. Se quedó pensando. Suspiró un par de veces y dijo:

–¿Qué le parece si nos encontramos de nuevo la próxima semana? Lo que pasa es que ahora no me encuentro capaz de hablar…

–¿Le parece bien el viernes?

–Sí.

Y es mejor así. Una visita, una cita se puede arreglar. De cualquier manera no se podía quedar, puesto que él ahora tenía un compromiso…

Ilustración hecha por Emanuela Guttoriello.

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