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Cuento | Demencias

Por Rusvelt Nivia Castellanos

Aquel viernes el policía llegó a su domicilio por la noche. Desconfiado,entre la niebla azul y la llovizna que caía sobre los almendros, cruzó el sendero de la marquesina que conducía al interior de su hogar. Al llegar a la entrada abrió la puerta con angustia, se notaba que sufría desde lo íntimo, maniático, sentía palpitar sus sentidos furiosamente. Oscilaba en penumbras dando unos cuantos pasos trémulos por la sala del hogar.

Decidió sacar su revólver del estuche del pantalón, lo hizo parsimoniosamente, con el menor ruido posible. Mientras hacía eso, en medio del instante agónico, pensaba en el crimen a cometer: Hace semanas quería matar a su esposa. Ella producía desesperación en su corazón, era una mujer pérfida, rubia y grosera. Pero, lo peor del caso, fue que esa libertina nunca dejó de acostarse con los vecinos del distrito, siempre procuraba tener sexo con ellos, toda fresca los cautivaba, disfrutaba insaciable en lo pasional. 

El policía ingresó al cuarto nupcial con su resentimiento. Logró dar varias pisadas hacia adentro con sigilo. Sabía que en ese lugar la mujer solía divertirse viendo películas de misterio por la noche y estaría distraída. Seguro de ese hecho, siguió andando crédulamente  hasta la cama. 

Fue en ese momento cuando me involucré, pude observar desde el jardín  a la mujer lista. Estaba esperándolo hacia rato con una pistola. Apenas se descubrió la silueta del policía soltó tres disparos contra su humanidad. Los estruendos sonaron horrorosos, se elevó grave el pánico, el espacio se puso tétrico y, por último, el hombre fue cayendo, como un muñeco gordinflón, quedó desparramado en el piso chorreando sangre.

Con el resentimiento de ser el otro eternamente volví a entrar en la casa y tuve que abrazarla. Siendo precavido, la apreté contra mi pecho, subiendo cada vez más la fuerza y cuando me convertí solo en  furia, tras una desnucada, forjada con mis propias manos la mate.

Por tanto, debido al asesinato cometido, ahora estoy preso y aquí entre las rejas purgo la condena. Todas las noches imagino el recorrido del policía, lo que sintió, todas las noches deliró todo este drama.

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