IV. El dossier de mis sueños (poemario menor)
Por Agustín Avila Rodriguez
Perdón,
por los que lloran en silencio.
Perdón,
por los que pierden la palabra.
Perdón,
por los sumidos en la angustia.
Perdón,
por no ofrecer misericordia,
cerrar las puertas y ventanas
de su Gloria,
abandonar en medio de tormentas
que ahogan la fe y nubla la conciencia.
Perdón a aquellos que abrazan las tristezas, como a un perro fiel de compañía,
dejándoles tan ciego y desarmado despojo deleznable de sus vidas.
Perdón por la trompeta de los triunfos
de algunas guerras atravesando el vado
para imponer nuevos imperios en harapos
y desterrando cohoestar sus suertes.
Perdón aquellos que llevan su alma vetada como en monasterio
sin un padrenuestro que salva,
proteja de truhanes y gárgolas.
Perdón por errores humanos, de mentir y querer demasiado,
de vivir tan pegado al pecado
y sumar muchos más desgraciados.
Perdón al eclipse mundano,
antónimo de los apóstoles
del lépero que no se esconde
y contamina la vida.
Perdón, pidamos perdón,
argumento necesario para embestir al dolor,
hacernos más claros, celo y humildes,
convertirlo en el quebracho
de nuestro tiempo de acción.